- ¡Auxilio!- Mis pensamientos me atormentan y dejé de escuchar hace mucho mis propios gritos; no soy lo que fui, no soy lo que se supone que hago cada mañana, no soy ni mis propias mentiras. Soy un paquete con huesos y siempre con música en sus oídos; soy un mendigo que recolecta muchos y muchos párrafos, buscando cual le ayudará a respirar.
- ¿Hay alguien ahí? - Sucede que soy el desastre que nadie quiere ... Me construí así, para alejar lo que me duele y no me deja volar. Parece que no resultó, ya me di contra el suelo también esta noche y el mundo no paró por segundos, nadie me vio ... es que nunca nadie ve ...
- ¿Cómo puedo remendar un alma con agujeritos? - Es que se me cortó la vista también (igual que al resto de mi gente) y desde entonces ya nada me sonríe, nada entra por mi ventana con ayuda de un par de hadas. Eso ya no existe, nada resultará bien de todo esto.
Entonces ¿quien soy? Vuelvo a repetir: no más que un cuerpo que acumula melodías, muchas y muchas canciones y un par de películas. Al escapar, soy el guardia de mi prisión, mi otro yo ... otro 'yo' que odio tanto como este. También soy el estruendo de mi conciencia mal entrenada, de una infancia mal contada. Cargo un espíritu cojeante, un malherido impecable siempre dispuesto a recordarme que voy hacia el lugar del que llegué, es decir, a la raíz de la nada ... a lo neutro de un pasaje ... ¿al nacimiento de lo mortal?
Me iba quedando grande la vida, de hecho di mi venia y me puse de rodillas para despedirla, pero nada salió según el plan. Aparecieron unos grandes ojos cafés en mis recuerdos, un abrazo que sentí en el viento y otras dos vidas más que están para sostener la mía, siempre tan adinamica.
No me queda más ahora, solo mucho frío y un gran desorden en el cuarto ... El conformismo de un corazón mal distribuido, unos besos que no me merecen pero necesito. Sin embargo, vuelvo al ciclo de caminar por horas y llenar de insectos mi cabeza, rayarme las ideas, resignarme a no ser más que un nombre y algo de desecho andante, como no.
... En conclusión, soy lo que nadie querrá pero se apegan por costumbre. Me describo como un desorden mental que un amante o mercenario no cargaría, pues no hay mucha hermosura que salga de mi voz ni de mi energía. ¿Quien correría el riesgo de enamorarse de la demencia? ¿Quien sabrá quien soy?
¡Al diablo yo! Soy la mujer a quien le huyen y la que escribe mientras sus oídos viajan con el "Meddle" de Pink Floyd.