Fue la primera de tantas veces que me ofreciste un café ¿y quién
te diría que no a tal propuesta? Yo en vestido rojo y tú tan casual como
siempre, acariciando al gato, contando anécdotas de esas que siempre me hacen reír
y mi mente haciéndome malas jugadas planeando como conseguir un beso tuyo. – Te
juro que, si ese día me tomabas por la espalda, te daba hasta mi vida-.
… Y como si se tratara de un juego de seducción entorpecido,
cambié mis medias rezando cada segundo que entraras y me dijeras que estaba más
cómoda sin ellas…
Y desde entonces, mi vida, sabía que me ibas a joder la
existencia misma con solo despedirte con un beso en la mejilla.
***
Pero bueno, ya que, ya te quise y te pequé. Te besé, te
mordí, te temí, te dejé, te cogí, te amé, te gemí, te dejé echar raíces en esta
alma trajinada, te odié, te escribí, te confié, te abracé, te volví a amar, te
lloré y te dejé ir.
… Te recuerdo en una ciudad nocturna, solitaria, peligrosa,
sucia y apasionada así cómo te gusta amar en las sabanas. Y te odio, de nuevo,
por irte como el agua entre mis dedos y te perdono y justifico cada mentira
cuando me decías que me querías porqué es mejor recordarte de lejos cada día
que buscar atajos para no encontrarte en las avenidas e incomodarte con mis “te
extraño”.
Y es que ahora te recuerdo sin color y con polvero en mi habitación, como si te hubieses marchado hace un montón de tiempo, con los audífonos al 100%, escuchando esa banda bogotana que tanto te gusta, caminando por las calles donde me hacías reír, rezando a cada dios que pudiese existir que te cuide y te haga feliz ya que mi amor jamás fue lo suficientemente bueno para ti.
Te recuerdo en sepia, mi amor, porqué desde ese miércoles en
tu equipaje te llevaste mi aliento de vida y cada abrazo que te di para que te
quedaras se redujeron a la nada. Y es que lo fuimos todo en silencio y al mismo
tiempo fuimos efímeros ante las mentiras por pasión, ante los pactos rotos y
por los planes sin cumplir.
Te recuerdo como en un álbum viejo (de la foto juntos que nunca fue), lleno de páginas secas y
oxidadas por el tiempo. Y dueles, te puedo jurar que dueles al respirar, porqué:
“Los amores cobardes
no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí...”.