10.08.2018

THC

octubre 08, 2018 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Estoy enamorada de la melancolía, esa que te mira desde el techo hacia tu cama mientras te revientas los oídos con la música más triste de tu reproductor para no escuchar tu mente disoluta.

Ella es tan delicada y exquisita, te hace sentir que vives exclusivamente para ver cómo todo se derrumba y se reconstruye de nuevo, te enseña a disfrutar del dolor de romperte en mil pedazos vez tras vez, como un loop infinito.

La melancolía es una coqueta, que te hace llorar sin razón aparente pero con todos los motivos por los que ya habías llorado antes. Te envuelve la piel, te la vuelve fuego y sientes morir por no respirar tan bien... Y que buena sensación es, porqué te das cuenta que aunque roto, no estás tan muerto en vida después de todo.

Me dejé seducir de ella, llega a posarse junto a mi cama una noche de por medio y me susurra un blues al oído antes de dormir. Mis latidos son más lentos cada que mis párpados se caen más y más a causa del cansancio que produce solo existir.

La melancolía juega a la lotería cada mañana, por eso es tan divertida... Te ablanda el corazón y hace que veas belleza en la tristeza, como los pintores y poetas que en medio de su miseria crean obras maestras. Te agarra la cabeza cuando estás a punto de soñar y te la sacude tan fuerte que tú almohada se transforma en un agujero negro y tu voz ahora es muda, nadie te escucha gritar.

... Entonces te dejas llevar y vuelas sobre una manta de estrellas, algunas son de colores pasteles y otras saben a lujuria, quieres besar al amor de tu vida pero este no existe porqué murió cuando murió tu fe en Dios. Y ya qué, que más da, todo vuelve a ser mierda fresca y un abismo sin final.

¿Qué queda? Será dormir... Dormir junto a ella, aunque sea más grande y fuerte que yo, aunque me consuma al caminar, aunque esté robando mi aliento de vida... Hermosa melancolía, mi más fiel compañía...

Después de todo, ¿De qué sirve la vida sin un poco de tristeza?

10.07.2018

Tiempo prestado.

octubre 07, 2018 Posted by Geraldine Bonilla , , , , , No comments

Somos la psicodelia que todos quieren ver en sus romances; somos el tic tac ausente de un reloj que hace un par de horas se detuvo; somos ese jam de un saxo que en cada nota deja de lado su inercia y quiere ser poeta; somos esa mentira viviente del: 'no puedo verte' y sin embargo en la madrugada te desvelas por pensar en cuanto me extrañas.

Pero todo es mejor cuando rompemos la ausencia, arrumas las excusas, te sacudes los miedos y en tu camino me encuentras; porqué el cielo existe cuando en la oscuridad de tu habitación tomas mi mano y viajamos en el tiempo con cada canción de tu reproductor.

Tu almohada es de goma cuando me recuesto y tu voz dirige el ritmo de mis latidos. Siempre olvido cuantas horas llevo mientras que en tu melancolía me pierdo y sin embargo, joven, nunca quiero que se acabe nuestro tiempo.

Te odio, porqué estamos locos, porqué eres, en una sola melodía de jazz, toda mi perdición. Me pierdo en tus pastillas para locos, tus labios hechos de Marlboro y cereza, tus besos con sabor a cerveza  barata y yerba. Y dejo que todo quede en silencio, para así poder reírnos de nuestros esporádicos encuentros, como sí fueramos la musa más nostálgica de un poeta que sigue escribiendo después de muerto.

Somos todo y nada en una noche, en un escondite, en un solo encuentro. Nos amamos esa única vez todo lo que no pudimos antes y todo lo que no se nos permitirá después; el secreto de un romance de años que no lo es tanto, queda entre las sábanas de tu cama o en las cuerdas de tu guitarra colgando.

Pecado insalvable, el pecado original, el del cariño perfecto que no siempre debe continuar... Ese, ese que no queremos desgastar, ese que nos salva de la mierda y es el mejor piloto para volar. Porqué es mejor darlo todo en una noche cada que la oscuridad invade el alma, que extenderlo y hacer de esta historia una más trivial.

Secreto empalagoso y encaramelado, de ese que podríamos gritarle al mundo pero es mejor no volverlo mundano. Yo me quedo con la exquisitez de escucharte cantar, entre lo tenue de mi miseria y el oasis de tu mirar; me quedo con lo impetuoso que suenas cuando hablas de tus sueños y de mis ganas de escaparme contigo al infierno.

Me quedo contigo, en silencio y solo por un siglo cada dos años si nos es permitido; porqué la vida se derrumba y yo prefiero cantar a tu lado por ti y por mí, por lo infinitos que somos cuando estás improvisando estrofas mientras yo aterrizo.

Me quedo con tus abrazos, que aunque como púas serán cuando despierte, mis demonios ahuyentan y el mundo se detiene.

Me quedo con este texto, ese abrazo, esa foto, esa cerveza, ese poema y esa canción. Me quedo, más allá de los besos, con la picardía y la satisfacción de que la cobardía nos pesa para decir 'adios'.

10.04.2018

Mon Art.

octubre 04, 2018 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Te dije 'adios' esperando que te fueras, que te fueras pronto, casi corriendo y que te arrepintieras luego.

Juré sonreír por tu necesaria ausencia, no fruncir el ceño y encomendar tus pasos al universo.

Suspiré por el corto tiempo que se nos dió la última mañana, lloré en silencio mientras te besaba para no entorpecer tu destino con mi llanto afligido.

Te dibujé con mis dedos cada noche que te amé porqué sabía que en un largo tiempo tu sonrisa no volvería a ver.
Sin embargo no notaste que hasta aquella última vez quedaron bocetos tuyos, bien adheridos en mi piel.

Te doy mis letras, amor mío, sin importar cuántas veces te las lea, para que entiendas que sigo recogiendo los besos que te dejé... Esos que quedaron regados en nuestros recorridos como si su propósito fuese marcar un camino, uno de esos que son inciertos, irreales pero muy seductores.

Y aunque muy cliché, por esta noche te regalo la luna —aunque allá ya sea de mañana— porqué en la inmensidad del cielo compartimos versos así estemos lejos.

Reconozco que no son tan buenos como los de Bécquer o Esquivel, pero te juro que contienen más amor al arte que el mismísimo Louvre...

... Es que tú eres arte, desde el primero hasta el septimo. Tu sonrisa da mas vida e ilusion que un largometraje de Méliès y tu espalda da tanta paz como un paisaje de monsieur Monet. Tu voz es ballet de Tchaikovsky, de esos que invitan a danzar por horas sin parar y yo anhelando ser cisne, llegar volando esta noche a tu lado y no volver jamás.

Y perdóname si te aturdo un poco, tengo en hilos colgando mi alma sin hacer mucho alboroto, pero esta noche ya no pude más y mi voz ronca (después de varias cervezas) te volvió a pronunciar.

Es que si te escribo más de una vez mientras te ausentas, serás más que una sombra en mi cabecera... Serás vida y amor, serás mi deseo ferviente y constante, serás mi paciencia y motor, serás eso que no debo volver a cometer pero cierro los ojos para que duela menos este error.

Tomo el reloj en mi mano (aunque no me gustan), leo uno de los libros que me dejaste para que sea menos tortuoso esperarte. Y te quiero, mi amor, con cada pecado cometido de parte y parte así hayan ocho horas de diferencia y tu destino tenga un camino muy aparte.