Te
reto, mi vida... te reto a un buen juego… a un juego de compás, a un juego peligroso.
Te
reto, te reto a desnudar tu pecho, a besar mi alma, a que te arrodilles en mi
piel por el aroma…
Te
reto a que me quieras, con todas tus fuerzas; a que me vivas por instantes, a
que me sueñes despierto… Es que me estoy muriendo por ti, digo “muero” porqué
tu ausencia se vuelve una maldición y una eternidad, la idea de no verte en
varias horas me consume y me desgasta.
Incítame
a delinearte, explotarte, conocerte y dibujarte, pues yo jugaré a quererte como
a nadie.
Enséñame
a leer tus ojos, para poder hablarte cada tarde con la mirada. Quiero sentirme,
en parte, observada entre la neblina de lo íntimo… sentirme en acecho como si
atacaras con hambre, sin dejar de ser mi protección.
Te
reto a que camines lento, sin prevención, por una vía predilecta en mi pecho y
corazón; ahógate cariño, entre mis labios, pero no arruines las jugadas de mi
amor sin dejar de exponer todos tus demonios, nunca quiero dejar de desear tu
presencia.
…
Y aquí me tienes, delirando por tu boca… Retándome a mi misma en cuanto a
adorarte, con mis labios rojos cansados de tantos besos extraviados… Y no me
canso de mirarte, aun con los ojos cerrados, porqué voy descubriendo lo mejor
de ti y lo que me complementa, lo que me calma, me arrulla y me hace bien.
Soy
el secreto de tus manos en la noche, eres mi pecado en los días santos… Eres
todo al mismo tiempo, lo que no creí merecer y ahora me acompaña. Eres lo
bueno, lo amable, lo dulce, lo hermoso, lo sostenible… Eres más que un “te
quiero”.
Así
que te reto a que me incites a enseñarte lo que aún esconde mi regazo, lo
reservado para ti, la especia ideal para la receta del amor… Pertúrbame con tu
ausencia, enloquéceme cuando estés junto a mí… No me abandones, reinvéntame
hasta después de irte a dormir.