10.12.2014

Lo que nadie ve.

octubre 12, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments


¿Para que gastar la vida buscándole objetivo a ... la vida...? ¿Para que pasar años enteros entrenándote con el mundo, si al final se vive solo detrás de un telón que nunca abrirán? No entiendo que tanto alardean de mucho saber mundano, si al morir, todos los órganos y hasta el cerebro les sacan; pero uno si debe meterse en la cabeza la idea errónea de "hacer algo con la vida" ¿morir ya no es una acción?

De que te sirve intentar muchas cosas si ninguna de esas te van a gustar a ti, solo a ti, sin importar el resto... Se intenta tanto para que en el punto de arranque todo lo frenen en seco y sigas bajo la sombra de alguien más, que aún intenta buscarle sentido a su vida. De que sirve "lograr" algo si en realidad al terminarlo estás fracasando por traicionar tus pasiones, todo por acatar las ordenes de quienes se obligan a ser menos infelices.

A veces, solo la mayoría de veces no se está viviendo, solo se ve pasar la vida a través de las experiencias y oportunidades ajenas mientras tú te mueres viendo que en realidad nada te deprime ni te emociona, solo se evaporaron tus pasiones y tu mente quedó atada a miles de reproches al rededor. Ojalá quejarte te diera las respuestas y el verdadero libre albedrío... Ojalá llorar la amargura de ser un pedazo de masa que respira hiciera entender al mundo que te tocó, que tú piensas y mueres de ganas por elegir quien quieres ser, pero todo eso solo ayuda a rellenar el espacio y el tiempo de la vida mientras mueres.

Es que si tan solo no se te acabaran las razones para quedarte, te abrazaría y te felicitaría por afrontar la realidad... Pero eso no pasa, como todo lo anterior no lo vas a lograr y nadie se puede abrazar a si mismo.




8.24.2014

La variedad del sentimiento.

agosto 24, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments


Hoy quiero contarte esas cositas que me gustan de ti, que me impulsan a dar pasos a tu lado, a verte sonreír a quererte, a presumirte con el resto del mundo, eso que me enloquece...

Porqué lo que me gusta de ti es mucho, desde tu sonrisa hasta el olor de tu piel... Desde el temblor en mis suspiros al verte, hasta el tiempo congelado cuando me besas de repente. Me gusta, por ejemplo, tu mirada de ojos pequeños y gigantescos secretos, porque entonces es mucho lo que querré conocer de ti, siempre... Me encanta ese momento de delirio, en el que corro para saltar sobre ti, besarte cómo si fuéramos últimos en el universo... Me gusta que piten los carros en ese momento y la gente nos mire raro, porqué tú y yo nos sentimos tan bien que alterar el orden común nos importa poco...
... Y creo conocerte de antes, de hace mucho, de vidas pasadas... Creo sentir que tu aroma cuelga de mi cuello desde el inicio del universo y que sin pedirlo, mi piel hace mezcla con la tuya sin ningún complejo. Te siento al caminar y te veo al soñar, porque ahora eres todo lo que quiero y lo que mas temo.

Me gusta escribirle cartas al viento, me gusta entregártelas o solo guardarlas porqué estoy tan segura de que perteneces a mi vida que hasta en cenizas podrás leer mis letras, podrás sentir mi amor.

Desearía tener conciencia y en esta misma vida, poder vivir diez vidas más contigo, con tus ojos, con sueños en común, con todo el tiempo del mundo... porque en tus pupilas soy infinita, porque en la curva de tus labios soy inquebrantable... Sobre todo, mi vida, porque te amo más que a nadie.

Por ti, mi amor, seria columnas inmensas alrededor de tu cuerpo para que nada te quiebre el andar (no soporto la idea de verte agonizar)... seria cielo, caminos, tierra, aire y mar para que me recorras siempre sin pensarlo, sin importar a donde vayas. Amor de mis días, por ti me convertiría en tu fragancia preferida y me quedaria impregnada a tu piel, que resultó ser mi posada favorita.

Te amo, con toda seguridad lo presumo y con suplicas te lo confirmo, porque sin tu mirada infinita ya soñar no tendría fundamento. Eres la primera mejor vez de mi vida... Eres ahora mi vida, vida mía.


6.08.2014

Juramentos.

junio 08, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Juro solemnemente hacerte sonreír cuando creas que ya has agotado todas tus alegrías,
también juro a tus ojos poder leerlos cuando te vuelvas tartamudo y te sobren las palabras.
Prometo soltar botones de mi blusa antes de dormir, pensando en tus manos de seda;
juro, vida mía, barrer con besos tus tristeza y con un susurro espantar una próxima tormenta.

Juro que todas las mañanas después del café, se me escapará tu nombre en un suspiro,
y entre mis angustias recurriré a nuestros recuerdos... Alimentaré dichos recuerdos de poesía mal conjugada y después de despedirte guardaré en un cofre una nueva carta. 

Oye, mi amor... No esperes que te de mi vida entera, porqué probablemente no merezcas cargar con mis tristezas pero eres bienvenido aquí, en el rinconcito de mi existencia... Eres aceptado en cuerpo y alma, en alma y cuerpo, todos los días hasta que me canse de vivir...

Te juro, en nombre de todos los pasos que hemos dado juntos, escribir sobre tu piel todos los números y fechas que sumados entre si den como resultado un "dos", tú y yo... Y cuando la incredulidad llegue a tu vida de nuevo, prometo besarte hasta la sombra y 'hacerle el amor a tu amor' mientras llueve teniendo cómo propósito absoluto ayudarte a creer de nuevo en un cuento de hadas que te pertenece, junto a esta mujer que lejos está de ser princesa pero te siente en cada poro, en cada suspiro, en cada beso...

De la manera más sencilla y descomplicada, juro amarte, vida mía... Amarte en momentos, en minutos, en sorpresas... Juro creer en tu mirada hasta que te entregue la última carta del último año de nuestra última vez.



6.03.2014

15, 29... 10.

junio 03, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Creí conocer en mi trayectoria, todos los sentimientos y las emociones que pueden nacer con alguna compañía; también creí ignorarlas para no volver a sentir... Pero nadie me advirtió que una mirada enamoraba aún más que una sonrisa... Y me rendí a sus píes, aún sin saber que iba anhelar ser suya de pies a cabeza, con el corazón completo, casi a ciegas, con todas mis fuerzas.

Quizás si me hubiesen dicho desde mi vida anterior que sus "ojos color sol" iban a enamorar mi alma, hubiese guardado lo mejor para su llegada y le hubiese recibido en mi vida con comparsas... Pero hoy le amo y le doy mi corazón sin miedo alguno, sin ningún reparo, sin importar que se rompa alguna vez en sus manos, pues su paz en mi vida vale la pena.

Esta noche, con toda seguridad sé que le quiero de la manera más intensa con la que se puede llegar a querer a alguien... Le quiero para contar años a su lado y observar amaneceres recostada en su pecho... Le amo con lenguaje de miradas y con robo de suspiros con besos... Le amo desde el primer momento que le vi de lejos mientras se acercaba a darme el abrazo que confirmaría que mi vida ya era suya.

Tanto le amo que no puedo adornar las palabras, aunque quisiera que sonará bonito, para que supiera que le querré hasta mi último latido.

#10

15 de Abril.

junio 03, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Tus ojos azules, tus alpinitos congelados,
tus abrazos a mi misma estatura, tu risa contagiosa...
Los paseos entre primos al parque, la música disco,
las películas antiguas, los cantantes de baladas,
tu calva divertida y tus chistes inventados.

Te extraño, extraño todo. Te extraño en sueños.
Gracias por haber hecho de mi vida más bonita.

Te amo.

4.28.2014

Retándote.

abril 28, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Te reto, mi vida... te reto a un buen juego… a un juego de compás, a un juego peligroso.

Te reto, te reto a desnudar tu pecho, a besar mi alma, a que te arrodilles en mi piel por el aroma…

Te reto a que me quieras, con todas tus fuerzas; a que me vivas por instantes, a que me sueñes despierto… Es que me estoy muriendo por ti, digo “muero” porqué tu ausencia se vuelve una maldición y una eternidad, la idea de no verte en varias horas me consume y me desgasta.

Incítame a delinearte, explotarte, conocerte y dibujarte, pues yo jugaré a quererte como a nadie.

Enséñame a leer tus ojos, para poder hablarte cada tarde con la mirada. Quiero sentirme, en parte, observada entre la neblina de lo íntimo… sentirme en acecho como si atacaras con hambre, sin dejar de ser mi protección.

Te reto a que camines lento, sin prevención, por una vía predilecta en mi pecho y corazón; ahógate cariño, entre mis labios, pero no arruines las jugadas de mi amor sin dejar de exponer todos tus demonios, nunca quiero dejar de desear tu presencia.

… Y aquí me tienes, delirando por tu boca… Retándome a mi misma en cuanto a adorarte, con mis labios rojos cansados de tantos besos extraviados… Y no me canso de mirarte, aun con los ojos cerrados, porqué voy descubriendo lo mejor de ti y lo que me complementa, lo que me calma, me arrulla y me hace bien.

Soy el secreto de tus manos en la noche, eres mi pecado en los días santos… Eres todo al mismo tiempo, lo que no creí merecer y ahora me acompaña. Eres lo bueno, lo amable, lo dulce, lo hermoso, lo sostenible… Eres más que un “te quiero”.


Así que te reto a que me incites a enseñarte lo que aún esconde mi regazo, lo reservado para ti, la especia ideal para la receta del amor… Pertúrbame con tu ausencia, enloquéceme cuando estés junto a mí… No me abandones, reinvéntame hasta después de irte a dormir.


3.18.2014

Vicios.

marzo 18, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Hoy quisiera escribir algo bonito, pero no fugaz... algo que estremezca la piel del afortunado y que no deba borrarlo al pasar los meses. Yo sé que todos queremos, deseamos hasta el tuétano a quien llenar de corriente melosería y caer en el circulo vicioso de besos con significado y noches de desvelo.

Y si tuviera a quien enviciarme, no remediaría en canciones ni en historias a la madrugada. Si esa persona existiera, lo invitaría a caminar conmigo la vida entera, por muchos parques... por mis lugares favoritos y ya en su cansancio, un masaje de besos por su espalda y vino tinto en sus labios... Todo eso, si mi vicio existiera.

Tal vez, solo tal vez si existiera quien mereciera mi insomnio de canciones, dejaría de mentir en los juramentos y quizá hasta en el color de mi cabello... Mi única promesa sería desvanecerme en su piel cuantas veces lo pidiera, dibujaría mapas en su pecho, crearía gemidos en silencio y un beso en la mejilla antes de dormir.

Si el amor de la vida existiera, realmente, todos mis vestidos serian de seda y tendría mucho cuidado al elegir los tacones que combinarían con las veladoras que a medianoche él encendería para cenar. Juro que me desviviría por hacerle sonreír de mil maneras hasta la hora del desayuno... y hablar, hablar por horas hasta que el sueño nos haga una mala jugada y active nuestra ansiedad de conocer las confesiones que tuvieron lugar en un pasado incierto...

Y si tuviera con quien re-definir la palabra "amor", le enseñaría un par de notas en saxofón hasta que el frío de luna llena le seduzca a probar mi café, el que me gusta tomar en las tardes cuando Bogotá está fría. No descuidaría el color de mis uñas, porqué anhelaría a la hora de las onces, escribir mi nombre con ellas sobre su espalda, mientras a él le da un tanto de cosquillas...
Debo reconocer que mis desayunos no son los mejores, ni los más nutritivos... Le recibiría el día con un jugo de naranja y un par de galletas compradas en el supermercado, pero le nutriría el alma con cientos de poemas ya escritos de musas ajenas.


Es probable que de mi historia no le diré que me arrepiento y que desearía que él la protagonizara... No miento cuando digo que pocas cosas cambiaría, quizás dos o tres nada más... No querré una conversación inteligente a su lado y jugar a la pareja ideal e interesante en un restaurante. Solamente querré nunca abandonarle en momentos de dificultad, no cambiar cada uno de sus ideales... siempre tendrá mi pasión intacta y mis manos al rededor de su cuello cuando desee abrazarlo y que el mundo se detenga... Diría "te quiero" y sería para siempre.

Podría escribirle cosas como estas, o quizás otras que si sean bonitas pero a nadie las enseñaría... Solo me basta con esperar a que exista y luego su olor me envicie.

3.02.2014

2:00 AM.

marzo 02, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Nunca antes mi cabeza se había rayado tanto, el alma dolía mas de lo normal, totalmente abrumada, corriendo en una avenida principal deseando que un rayo cayera o no haber visto la luz del día nunca en la vida... Como me dolían los recuerdos, las personas ausentes, dolía despertar en las mañanas y creer que al sonreír todo se iba a ignorar.

Que bueno fue no llevar ni teléfono, dinero o una identificación ese día... que apropiado momento para desaparecer del planeta y llorar cada mentira dicha y cada sonrisa fingida... ¡Era una tristeza fenomenal!... Caminar sin rumbo, recorriendo lugares que recrea tu mente en tu infancia, soñar con no haber vivido mas allá de cuando ya se era feliz.

Esa tarde, la muerte lucia tan hermosa... la voz en mi cabeza pidiendo acabar con el tiempo infinito y mis piernas sin dolor, aun después de caminar tantos kilómetros, como buscando un refugio al final del mundo. No, ese día ya no valía nadie, nada importaba, los esfuerzos y palabras animadoras habían expirado, la decisión estaba ya envenenando mi sangre...

... Luego llegué al parque que encapsuló parte de mi infancia, tantas risas y un par de amigos de aquel entonces... Los columpios se elevaban hasta el cielo, como para volar como ave; aún así yo no estaba ya flotando allí, ni siquiera podía pertenecer a la historia de una jodida silla voladora ... ¿Que más da? Ya no soy elemental para respirar, solo robaba oxigeno...

Una señora, muy apropiada y algo coqueta con su compañero, casualmente ofreciendo lapices y colores en el prado... ¿como no intentarlo? Quise escribir una lista de quienes podía querer aun después de la decisión radical, sin mentir y a mi desilusión, solo pude contar 5... Pero bueno, 5 personas son más fáciles de despedir en una carta escrita en lapiz gastado y mojada en lagrimas sin miedos...

Tan bonitas que se veían aquellas flores en mis manos, luego de recogerlas cerca al cementerio... Habían girasoles, margaritas y rosas blancas... todas marchitas, tan similares a mi mente aquel día...

Maldita noche en la que mi plan no funcionó y aquella decisión dramática, revolviendo un par de elementos básicos, no resultó (nunca fui buena para eso de la química y como lo lamento); solo me causó un jodido dolor de cabeza, de estomago y un desmayo por no haber almorzado.

Cuatro meses después, no sé que tan bueno fue despertar en la clínica... a veces me lamento, como esta madrugada... A veces abrir los ojos cuesta tanto, cuando a tus demonios debes saludarlos en las mañanas y el alma te pesa mas que un cuerpo cansado.




No tengo propósito alguno en esto, solo que no querer dormir ni querer despertar raya un poco la cabeza a las 2 de la madrugada.


2.25.2014

Expiró.

febrero 25, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Que fácil decir que todo estará bien y con un par de malos chistes reír a media carcajada... 
... Pero las columnas son inútiles, las paredes se derrumban, tu mente te atormenta y miles de recuerdos saltan de sus pesadas cadenas y corren por tu sangre, como rebaño sin pastor.
¿Quien mata los demonios que te asesinan? ¿Cual es la función del rencor?

Que desolación se siente al hablar de amor, al argumentar la compañía, al hablar de perdón; todos quieren que sonrías por siempre, pero nadie se atreve a curar parte por parte de tus heridas, nadie comprende la razón de tu amargura nocturna. 

Hasta soñar es en vano, cuando de tanto desear no despertar, el insomnio aparece solo para desgastar la poca fuerza que queda en tu cuerpo ¿entonces para que insistir en sentir algo hacia los demás?

...

Perdón, es que me he acostumbrado a vivir solo por minutos y despedirme la vida entera... ¿quien querría escuchar a una mente maniática y llena de temores? Después de todo, nunca nada me saldrá bien aunque le planee. 

Ya no lloro, me arde la piel al hacerlo, pues mi propio veneno llegan a mis labios y no quiero hacer daño al resto... Pero como es de suponer, la voz cruel en mi cabeza no se callará y me resignaré a perder. 



Recuérdenme siempre, que observar desde lejos no es precisamente estar viva.

2.20.2014

EL ARRESTO

febrero 20, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments
Me complace, hoy también, compartir un texto ajeno que vale la pena ser leído... Espero que lo disfruten.

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Me despidieron. Lo esperaba, el tipo nunca fue un jefe flexible, comprensivo sí, pero flexible jamás. ¿Por qué esperaba el despido?, supongo que tardarme los viernes unas cuantas horas más de lo permitido era un motivo suficiente.
En la vida todo es como un dominó, o eso dijo el psicólogo ese, después de que tumbé el escritorio y golpeé al tipo tan fuerte que tuvieron que llamar a la policía. Esa gente de la policía... Pobres, tienen que lidiar con un tipo lleno de ira.
No estoy loco, eso lo tengo claro, simplemente sentía mucha ira, casi una década sirviendo a sus intereses, como cualquier otro, pero ese no era el motivo realmente. Todos sabían que el motivo es (o era, ya no importa), ella.
Desde la secretaria de piernas seductoras, hasta el barrigón de facturación, saben quién es ella y que pasaba cada viernes en el garaje. Ella también me había despedido, digamos despedido, sí, despedido. Tal vez se dio cuenta que no puede amar a tres imbéciles a la vez. Tal vez.
Y también me despidió, (despidió suena extraño, pero decente, algo sutil para todo esto...) porque sintió que la amaba, y que yo no siempre iba a ser el tipo que le servía de idiota útil, de juguete. 

Son las nueve. Gracias a la liquidación, llevo un par de semanas levantándome tarde y enviando hojas de vida a cualquier empresa mediocre con un edificio decente, bien ubicado, con cubículos bonitos y un baño privado, que desee contratarme. 
Vuelve mi mente a lo de los policías, golpeé al tipo, sí, ya está, como cualquier borracho enfurecido.Ellos con su olor a calle, a noche, a transexuales, a putas y borrachos, me tomaron por los brazos, me esposaron y no musité una sola palabra. En parte el jefe fue comprensivo, también sabía lo que me pasaba. Igual instauró la demanda.
Soy abogado, ¿qué esperaba?, argumenté que fue un momento de intensa ira y dolor, lo justifiqué bajo las innumerables veces que llegué y me tocó esperar afuera o los incontables viernes que me quedé solo, haciendo el papeleo, buscando datos de los clientes... Era un poco injusto, el tipo fue compresivo, pero al final, todo salió bien.
Me mandaron al psicólogo, un psicólogo del Estado, un tipo como yo, pasó por una Universidad, decente además, sufriendo por pagar su carrera para sobrevivir de un empleo que le da el dinero suficiente para no sentirse miserable. Como yo.
Unas cuantas terapias diarias. Listo. Que si quiero unas sesiones extras o suscribirme a una terapia. Pura cortesía. Ya le conté porqué lo hice, porqué golpeé al tipo, tumbé el escritorio y me llevó la policía.
¿La causa?, bueno era más que obvio y ya lo he repetido, Ella.
Se ha vuelto una idea circundante en mi mente, cada día la quería más, cada día la buscaba más, cada día esperaba más de ella, fui ¿inocente?, al creer que me llegaría a querer como yo a ella. Su amor me empalagaba, me hacía sentir como un niño, me recordaba mis mejores días. Sentía que mi vida era excelsa junto a ella. Ya fuera comiendo algo y coqueteándole un poco, o andando juntos por la calle, escuchando sus quejas o ella mis penas...
Era feliz junto a ella. ¿Era feliz?, sí, vaya, lo era. Sonreía al verla, como en el ascensor cuando me besaba y existía esa chispa de pasión inesperada entre el piso octavo el primero... o el Sótano. O cuando nos encontramos, en su apartamento o en el mío, no fueron más de dos veces, por aquello de las apariencias.
Como me gustaba subir detrás de ella, no por verle el trasero y las piernas, no. Simplemente porque podía perseguirla, tomarla por las caderas y besarla en el cuelo, desprenderle las ropas y hacerla mía. Su olor a Victoria's Secret (¿Era Victoria's secret? o alguna de esas fragancias de valor, traídas de otro país?...) Como me encantaba ese olor.
Nunca expresó más que unos cuantos monosílabos, claro, de placer, y algunas veces enloqueció pensando que estaba mal lo que pasaba en ese caluroso momento, pero le gustó. Aunque lo niegue hoy, aunque me cierre la puerta en la cara y con su mirada trate de matarme. Sé que le gustó.
Amé abrirle la puerta de mi diminuto apartamento, era abrirle mi vida, mi corazón, no era solo por sexo, por sentir su piel, o morder suavemente sus senos. No, no era porque ese momento llegaría. Era solamente porque la sentía mía.
Jamás deseé que fuese mi esposa, la escuchaba hablar con ese pobre idiota, y era intensa, sofocante, asfixiante, casi tóxica, pobre hombre, y aún no sabe que no solo lo engañaba conmigo, si no con otro infeliz... Le reclamaba, que los niños, que el dinero de la mucama, que lo había visto saliendo con su ex-esposa... Que, que, que, que, que... Agradecía que no era mi esposa.
Y yo la escuchaba, ahí a mi lado, con su espalda descubierta, con su cabello largo, ahí sentía que le amaba. Se me helaba la sangre en las venas con cada despedida, con cada beso que debía (por cuestión social) darme en la mejilla. Pero más me dolía cuando sabía que no me diría nada.
Unas pocas veces me susurró un te amo, y yo con mi exaltada pasión la abrazaba fuerte y le decía cuánto adoraba escuchar esas palabras. No lo niego, lo disfrutaba, pero sabía que algo había cambiado... Tal vez era uno de los otros dos con quienes compartía su vida, o simplemente se cansó de mí, de que le pidiera que fuera más mía.
Nunca llegué a entender cómo podía querer. Querer, amar, disfrutar... ¿Querer? ¿Amar?, ¿en serio lo hacía?, no lo sé, nunca entendí su forma de querer, amar y disfrutar. Es imposible comprender a una mujer, eso está claro, pero yo quería entenderlo, yo no quería dejarla, pero se fue.

Dos meses en Oaxaca, Michoacán, Nuevo León, y Tijuana. Se iba para México. El grandioso México, el maravilloso y fascinante México. Tal vez vaya a la Riviera Maya y traiga su cuerpo bronceado, con un color mestizo, perfecto, con ese olor bendito de México... Ay México, con tus mariachis, tus minas de plata y tu sangre revolucionaria, Ay México, con un Trotsky muerto y muchos amantes escondidos, Ay México...
Al poco tiempo volvió de allí, era obvio que algo había cambiado, no se me hacía raro que hubiera conocido un buen mozo Mexicano, uno de esos raros espécimenes sin acento y con dotes encantadores que conquistan turistas y luego les sacan un montón de dinero.
No era posible. Había ido con su familia, yo conocía a los pequeños, por casualidad una vez nos encontramos en un festival de películas, no teníamos los mismos gustos en cuanto a cine (realmente en cuanto a nada), pero por esas cosas del ¿destino? nos encontramos, conocí al tipo ese, al del anillo, aunque yo sabía que también la engañaba, era obvio, entre hombres esas cosas son notorias.
Y allí estaban los niños, uno muy parecido a ella, el más grande, un patán completo, como ella. Y la niña, dulce, con esa mirada de su mamá, esa mirada que desde la distancia me indicaba que era —por fin— hora de vernos.
Al poco tiempo de regresar nos encontramos, todo sucedió como esperaba, un encuentro, más normal que los demás, con su piel mestiza, algo brillante, un poco quemada en algunas partes, pero aún así, me encantaba.
Algo ocurría y yo no soportaba la duda. Jamás he soportado la duda. La llamé, le dije que fuéramos a almorzar, que me aceptara, que era una ocasión especial. Le pregunté. Quedó asombrada. Tantas veces que lució inmutable, sería, decidida.
Esta vez la veía con los ojos llenos de desconcierto, de nervios por no dar la respuesta, que ambos sabíamos nos alejaría. Pero su respuesta, como la de cualquier mujer, también me tomó por sorpresa, era la más fácil, la más obvia y el camino más corto "No sé".
No me lo esperaba, para ser franco. Me levanté de la mesa, dejé que ella pagara, recogí el maletín, le di la mano, le agradecí por su respuesta y me fui. Ella no iba a intentar detenerme, porque nunca le importé, porque para ella nunca signifiqué nada, porque a pesar de todo "no éramos nada" porque era más fácil aceptar que nada ocurrió que aceptar los sentimientos encontrados... Ay amor.
Tenía tanta ira, tanta rabia, creo que los carros paraban aunque el semáforo estuviera en verde, era tanta me rabia que atravesé las calles a pasos largos, sosteniendo el maletín con agarradera de cuero con fuerza, la mano se me ampollaba.
Subí. Exhausto. Nadie preguntó nada. Nadie nunca preguntaba nada. A excepción de la clásica pregunta del clima o de qué tal estaba el almuerzo, esas preguntas para pasar el tiempo. El olor era el mismo de todos los días a las dos de la tarde, y más un miércoles.
Por alguna razón los miércoles la gente decide almorzar algo diferente, unos cazuela, otros bandeja, unos más refinados trucha y otros por menos dinero, bagre. Ese olor putrefacto y asqueroso del aliento de cada uno de quienes habíamos almorzado.
El sol entraba fuerte por la ventana, y todos bostezaban, unos que al igual que yo, no soportaban ese hedor, abrían las ventanas, otros se ponían el celular en el oído, imitaban que recibían una llamada, se iban al baño y allí su hedor terminaba.
Mis manos temblaban, estaba nervioso. Ansioso. Escuchaba en mis adentros el maldito, maldito tic-toc-tic-toc del segundero en el reloj que había comprado con un dinero que ella me había dado. Qué miserable me sentía.

Para mis adentros solo se repetían las palabras que había dicho, el "No sé" enardecía mi ira. Sus frases negándolo todo, negando cada momento, negando cada beso, negando cada vez que la vi desnuda y cada vez que me vio sin ropa alguna. Negando lo que sentía. Culpándome de que no supiera que sentía.
Negando todo, una y otra vez, negando cada paso que dábamos en la calle, negando cada vez que tomaba mi mano, negando cada abrazo, cada risa, negando cada te amo. Negando que fui el tipo por el que en algún momento sustituyó a su esposo, a su ejemplar marido.
Culpándome, culpando mi ego, culpando mis sentimientos, culpándome de todo. Culpándome de la respuesta a mi pregunta de si ya no me quería como al principio, como cuando por primera vez estuvimos solos y la vi tan perfecta, tan impasible, como una diosa. Como cuando tocamos la gloria, juntos.
Una tras otra afirmación, negándome y culpándome, todo. Todo. Refugiándose en su viaje, en su profunda reflexión de que el otro idiota y yo ya no valíamos nada. Vaya, qué gran viaje. Qué gran forma de amar. 

Llegó el jefe, Fonseca el apellido del hombre, me llamó a la oficina, todos sabían para qué era. Me levanté de la silla, cerré todas las ventanas de Excel, las carpetas con los casos y apagué la pantalla. Entré a la oficina, qué raro, nunca había entrado, jamás me había fijado en esos carritos de colección, o en la vieja vitrola que heredó.
Me senté con calma, las manos me sudaban, las ampollas en la mano derecha me ardían, el pecho me palpitaba tan fuerte que sentía no soportar ser un desgraciado oficinista más. Me dijo, López, aquí está su despido, lo siento, usted ya no es productivo, ha infringido el reglamento y... No soporté la ira, salté sobre él lo golpeé, una y otra, y una y otra y una y otra vez.
Su sangre fluía y los otros ya venían a detenerme, claramente había quienes disfrutaban del escándalo. Para quienes ahora era un héroe, un soldadito de papel que se arriesgaba a atentar contra el poder, el gordo grande de facturación me detuvo, junto con el que estaba dos cubículos adelante mío.
No le había roto la cara, ni los dientes, tan solo un ojo hinchado y un tabique descuadrado, iba a estar bien. Llegó la policía, todo fue como en cualquier caso de violencia, ya lo dije. Tres noches en un CAI, viernes, sábado, domingo. El lunes se llevó a cabo la audiencia. El resto ya lo saben.

Son las diez. Ahora estoy sentado al borde de mi cama, con un dinero extra y otro por pagar, eso quiere decir, como siempre. Todo pasó tan rápido, que lo único que recuerdo, es que, tres minutos antes de saber la respuesta a mi pregunta, 
Ella, seguía diciéndome "Te Amo"

Daniel López


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2.15.2014

FIN DE SEMANA.

febrero 15, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Hoy traigo algo ajeno, algo agradable, que vale la pena ser leído. Espero lo disfruten :)



"Comienza el fin de semana, o al menos eso dicen en la radio. Son las cuatro de la mañana, otra vez. El nudo de la corbata me gusta, creo que refleja el poder de los hombres, incluso cuando se ve desajustado sobre la camisa, descolgado, como si se estuviera rendido, pero es aún más que eso, significa poder. Hago el nudo.¿Qué hay de desayuno?, siempre pregunto en voz alta, esperando que su voz me responda, entonces recuerdo que está ya lejos, y el eco refleja ello... "¿Qué hay de desayuno?" atraviesa el silencio...
La estación siempre se ve sola, pero hoy, por alguna razón de tantas está aún más sola, hace bastante frio, la gente camina encorvada, con la mirada al piso, sin querer tener contacto con otros, sin querer mirarse entre las pesadas ropas, porque el silencio de las miradas lo hace todo más incómodo.
He decidido coger otra ruta, darle un poco más de comodidad a mi cuerpo, gastar un poco más de tiempo, hacer algo diferente dentro de la interminable rutina. Voy sentado.
Una que otra secretaria o estudiante se sube a esta hora, las faldas con el ruedo alto son tendencia, en especial la de ella, altura mediana, ojos cafes, cabello largo, nada fuera de lo normal. Hasta ahora.

Me doy cuenta de sus piernas, ¡dios! qué piernas más lindas, no son como esas grotescas de botero o las esqueléticas de algunas que consideran eso belleza. Son perfectas, esbeltas, magnas, las medias veladas la hacen más seductora, qué linda falda. Debería subirle más el ruedo.
El tinto en la calle es agradable, siempre está su punto, al igual que todas las otras bebidas que venden en esos frágiles carritos llenos de termos humeantes.
Siempre he pensado que las verdaderas artistas son esas señoras, esas que venden el tinto, el agua aromática y que cuentan las monedas a la débil luz de la madrugada que se combina con esa amarillenta de la calle...

Son perfectas sus medidas, el sabor es exquisito y su espíritu es cordial, incluso algunas van escuchando a los demás desgraciados —que como yo— trabajan en una oficina mediocre que le da un sentido a la trivial vida.
No han abierto el edificio, y el jefe me ve ahí, parado en la puerta, ridículo, como un objeto que espera ser usado, seguramente varios pensarían "El jefe dirá que soy un excelente trabajador, que soy un berraco", pero desde su lujoso carro sé que piensa "miren a ese imbécil, ahí parado, creyendo que eso significará un aumento..."
No considero que el tipo sea un imbécil, o al menos no tanto como los otros, púes de una u otra forma nos tiene a su disposición, a su mano.

Son las 10 de la mañana, es viernes y muchos hablan de sus planes, otros dejan entrever en sus caras que ya desean que sea la hora del almuerzo, para irse a ver con sus amantes o simplemente llenarse de lo que alguna artista de restaurante de esquina, prepara.
Con los años el período entre las 10 de la mañana y las 12 del día se me hace eterno... Estoy ahí, sentado frente a la pantalla, y todo ocurre lento... Los documentos esperan ser revisados y el jefe recibe visitas que no le agradan.Después de todo no es trabajo fácil como la mayoría piensa.

En esas horas algunos textean, otros llaman y otros simplemente se reúnen alrededor de la greca para planear, chismear o solo opinar, para complementar el aburrido ambiente.
Finalmente es la hora del almuerzo, puedo desprenderme de ese maldito papeleo y verla. En el camino al lugar de siempre pienso en que debo parecer algo hostil a los demás oficinistas, hablo con pocos y digo lo justo, sin embargo soy igual de mediocre que ellos.
La distingo entre el resto, siempre reconozco ese pecho, además ese encaje ya está en mis recuerdos más que mi propia clave del banco, en la que por cierto, por estos días no debe descansar ni un peso.

Sabe lo mucho que me gusta ese traje, ese encaje a la altura del pecho, cerca al cuello, es tan irresistible... Se acerca y me da el beso, ese clásico beso que me recuerda que soy solo uno de los tipos que ama. Ambos lo sabemos.
Almorzamos en un sitio agradable, o no, no agradable, realmente no lo es, solo que con su presencia cualquier sitio es bueno. Vamos al sotano, al carro de su padre, un lindo auto que casi le pertenece, que es un regalo. Amo sus besos, su cuerpo, me lleva a lo que puedo considerar el cielo.

Aún así, prefiero hacerle el amor vestida (¿hacerle el amor, o, solo tener grandes faenas de sexo llenas de culpa? Aún no sé como llamar a esos momentos). El vestido la hace más sensual, le da más calor al momento, elimina la culpa. Por fin obtengo lo que quiero, esa satisfacción que me quita los remordimientos.
Vuelvo a la condenada oficina. Es viernes por dios, jefe, ¿quién trabaja en una tarde así? soleada, en día quince del mes y a instantes que usted deposite el dinero en las cuentas, ¿quién trabaja, jefe?.
Unos piden permiso y se marchan con una excusa que consideran buena, pero que hasta el mismo jefe sabe que es solo un pretexto, pero, él es humano, él siente y por supuesto: También se va de putas los viernes. Entiende.
Los casados esperan pacientemente que el reloj marque las seis para irse a sus hogares, algunos miserables, con una esposa que no es la misma después de tener el anillo, otros ansían ver a sus hijos.
Los separados saben que es día quince, no pueden ir a desahogar su desgraciada vida entre copas con extraños en algún bar de mala muerte. Deben recoger a sus hijos, o bueno a los que alguna vez llamaron hijos, que ahora solo son su responsabilidad, unos los llevaran al centro comercial y otros a mercar.

Quienes se quedan solo miran sus celulares, envían mensajes o hacen llamadas, otros dan vueltas por la oficina o entran al baño, otros solo miramos a la pantalla y miramos el buen cuerpo de la secretaria más joven, qué enfermos somos, pero qué linda es ella.
Por fin son las seis, sé que ella no vendrá, no me llamará, aún menos me buscará, porque solo soy su objeto, su juguete, el que la entretiene, como los otros.
El jefe se despide, y yo decido trabajar un poco más, no tener que torturarme el domingo a las cuatro de la tarde sabiendo que tendré que correr a revisar algo que es para el lunes a las nueve.
Son casi las siete, estoy solo, o bueno, no solo, quedan registrados todos mis movimientos en unas cintas que verán después los de seguridad y dirán "pobre tipo, con ganas de ver a su familia y velo ahí trabajando"
Ni si quiera está la señora del aseo, otra que como yo, como todos, está bajo el yugo de este empleo, se habrá ido a ver a sus hijos, pienso, irá en un bus lleno y con ese olor a calle, a inmundicia que tienen los vehículos de Bogotá.
Me despido del tipo de seguridad, pienso en lo aburrido que es su empleo, pero no tanto como el mío, al menos el tiene una que otra emoción imaginando historias de fantasmas que recorren los fríos pasillos de concreto.
De vuelta a casa me doy cuenta que no entiendo su forma de amar, que no logro entender como dice amarme, como ama a tantos. Siento algo de repulsión. Soy parte de su juego.
No es extraña la congestión en cualquier vía, pero al menos voy sentado. Los viernes tomo el bus, es más larga la ruta, pero no quiero llegar tan temprano a casa a darme cuenta de mi vacía vida.

Vuelvo a ella, no puedo odiarla, su cuerpo me inspira, pero sus palabras me hacen sentir miserables, aunque dice que me ama, no logro entender como lo hace, no entiendo como me ama a mí, al otro desgraciado y al pobre tipo que es su esposo.
Siempre me cuenta sus penas, pero me parece tan cínica, tan descarada, que entiendo porqué logra amar a tantos, entiendo como degrada ese maravilloso concepto que es amar.
La llamo. ¿Mañana? no. ¿El domingo? tampoco. ¿El lunes? tiene reunión.
No es mía, tan solo vacío mis hormonas en su cuerpo, tan solo dejo mis besos en su piel, tan solo la beso con amor, para ella no significa nada más que un momento. Para mí, es amor. ¿Es amor?. Eso creo.
Acaba el día, suena la televisión nacional con sus titulares amarillistas y en la calle todo es bulla, extasis, fulgor.

Solo espero quedarme dormido y levantarme tarde, ir al mercado y ver alguna mujer linda, cortejarla. Mantener la mente ocupada, simplemente no puedo entender su forma de amar, me tortura, me acaba.
Es un viernes más."

Daniel López.


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Re-dirección.

febrero 15, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments
Nadie dijo que sería fácil olvidar: personas, momentos, canciones, lagrimas, largas madrugadas, chistes, películas, abrazos, promesas, sueños, perspectivas, fechas, etc... Y si, reconozco que quizás me aferro tanto a espectros que se me complica "avanzar"... Entienda, no es fácil, necesito un respiro.

Me estoy acostumbrando a que sus palabras no duelan, a que no me importe su indiferencia y sobretodo el hecho de que suele olvidar más rápido que cualquier mortal. Ya no sabré más de cada uno, tan solo de lejos... ¿Por qué no abandonar las lagrimas que poseen nombre propio? No sé si agradecer al tiempo, no sé si debo recordar con rencor o satisfacción... Realmente no sé nada... Pero en este nuevo respiro, descubrí que me seduce el olvido. Bienvenido sea todo el que sepa tambalear mis ideas para regalarme unas mejores y adiós a cada quien en su narcisismo solo quiso subir su ego.

Ante todo, mil disculpas por quien fui, estimado compañero en un rato de vida... aun así, mis nuevos suspiros son con otro aire, es otro tiempo... Y mi lista de reproducción también renovó sus canciones.


2.09.2014

No sé como hablarte.

febrero 09, 2014 Posted by Geraldine Bonilla 1 comment

¿Y si dejas de seguirme el juego de que ya no te extraño? Verte tan allá me duele, no sé como limpiar tus heridas, aunque no dejen de sangrar... No tengo idea como acercarme a ti de nuevo sin molestar... No sé como diablos haré para olvidarte también en las noches. Antes moría por ti, esta noche moriré para ti, para saber algo de tu voz, para deslizarme entre las sabanas y llorar un poco por la ausencia que sabe invadir los rincones que en algún momento fueron libres en mi memoria.

Dime como haces para exprimir cada emoción, explícame como hiciste para no tener piedad de mi dolor. Te besé, siempre que tuve oportunidad, con tantas fuerzas, con las mismas que te amé... Y esta noche en la que no puedo más fingir ser fuerte, me derrumbo sin poder mantenerme en pie; hasta la ultima pizca de fuerza se me agotó en ti, te quise tanto que hoy estoy tan desgastada... Hoy solo quiero que tu voz o tus letras me animen un poco, me devuelvan tan solo un poco de todo lo que te di cuando te tuve.

Discúlpame por no saber distribuir mi cariño, por no saber el significado exacto de lo equitativo, por desvivirme en ti; no estaba entre mis planes (Ni siquiera tú estabas en mis planes y te atravesé en ellos para conseguir tus besos). Lamento mucho no saber como dejarte ir, a pesar de que ha pasado un tiempo considerable... Cariño mio, te pido de rodillas disculpas por quererte, por extrañarte esta noche, por no dejar de escribirte en las noches sin importar que no leerás. Perdóname por permitir que me duelas tanto.

... Es que no sé como despedirme...

2.01.2014

Quedarme contigo.

febrero 01, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments
Esta noche, ultima noche de enero, voy recorriendo tus pasos, esos pasos que andaste un 20 de Octubre al despedirte con un beso rápido... Un domingo 20 que deseaba dejar colgada mi alma a tu vida, para no verte ir... Quedarme contigo.

Ojalá alguien me enseñara como se retienen las lagrimas en los ojos y como se devuelve el tiempo... ¡Necesito saber como! ¡Se me hace migajas el alma y los recuerdos! O mejor enséñame a odiarte con todas las fuerzas de mi vida, para poder aniquilar recuerdos y abandonar la manía de relacionar cada lugar contigo.

Estoy tan cerca de ti, pero tan lejos de tu mente... Y me mata la nostalgia, amordaza mi tranquilidad, porque desearía encontrarte esta noche y las otras dos que siguen, para abrazarte y hacerte meter en la cabeza que no te puedo olvidar.

Pero ya aprendí que por mas que desees algo con todas las fuerzas, no garantiza que se cumpla; así que me resigno a guardarte en mi memoria y a dejar que se me estremezca la piel... Me conformo (aunque no quiera) con escribirte en mi diario de memorias, ignorando que ya dejaste perder mis letras en el transcurso de las 6 horas de viaje que hay de ti hacia mi.

Se te olvidó quererme tanto como yo, pero a mi no se me olvida como llegar hasta tu mundo, ni el deseo de escabullirme entre tus sabanas. Te he maldecido tanto por 30 días y aun no entiendo porque precisamente esta noche deseo decirte al oído que te amo, como si fuera luna creciente, como aquellas madrugadas de marzo y abril.

Después de tanto pensarte, llegué a la conclusión de que debería olvidarte... Pero todavía quiero escribirte cada noche... Y tú allá, ignorándome, como si tu memoria fallara. No sé que haré, cariño, para extrañarte un poco menos y entregarle mi corazón al 100% a alguien menos ingrato que tú. Supongo que una noche te llamaré para avisarte que he extraído todo tu veneno de mi cuerpo, el que dejaste cuando me amaste sin reparo en la mañana del 20 de Octubre.

... Algún día te avisaré, sin embargo aun me torturo. Por lo pronto te dejo, estoy a punto de llegar a tu ciudad, a tu casa, a tu gente, pero sin poder verte.

Te quiero. N.A.

(Viajando un 31 de Enero)

1.29.2014

A ella, mírala.

enero 29, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Dicen que la distancia es el olvido ... Que con un poco de rencor olvidarás lo que fue un venenoso 'amor'... ¿Y si en realidad, al final del libro, nadie quiere olvidar?



Por lo menos ella, no quiere olvidar...
¿Cómo olvidaría el aroma dulce de una piel, de un amante, que fue tan desconocido?
Si, solía tener un aroma azucarado, unos besos algo ácidos, abrazos reconfortantes...
Piernas que eran la columna de sus pasiones y así mismo las rejas de sus propias perversiones; hasta las columnas se derrumban después de tantos temblores que provoca cada despedida.
Sus manos se convertían en un oasis que refrescaba el ardiente desierto que existía sobre el cuerpo de ella, calmaba su locura, espantaba su desesperación, la hacia reír a carcajadas durante 20 segundos mientras brotaba el manantial olvidado entre sus piernas.
Él era su aliado, su alivio, su enfermedad, su propósito, su llanto... Ella creaba (bajo sus labios) una capsula del tiempo, con espacio para los dos solamente... Eliminaba de su camino muchas semanas de ausencia, le tomaba la mano, tan aferrada, siempre con el miedo a que se fuera o fuese raptado de sus propios suspiros.
Pero no, ella no quiere olvidar que amó a un amante desconocido, a un cretino de buena voz, a 27 cm de diferencia en altura entre los dos... Ni las canciones (nadie puede olvidar una melodía). Nadie la puede culpar, se enamoró de como su caballero fantasmal le alivia un dolor que su propia indiferencia le clavaba como cuchillos; se enamoró de todos los sueños que dibujaba a las 3 de la madrugada ¡MALA HORA PARA SOÑAR! ... Aun así, yo si quiero burlarme de ella... Por ingenua, por terca, por su demencia al querer sin establecer limites...

A lo mejor ella no quiere olvidar y libera su pecho con el frío de una noche de luna, porque aun cuelga del hilo que levanta las comisuras de quien la enamoró alguna vez con su sonrisa... Alguna, una y otra vez...

Solo espero que él no la olvide, que no lo desee... Quizás decida una noche miserable recordarle, hacerle la tristeza a esa mujer un poco menos amarga y la escuche al darle las buenas noches. No la busque todas las noches, pues entonces se arruinan los recuerdos; sin embargo, una noche entre 24 podría hacerle sonreír...

¿En donde se pide la licencia para querer olvidar?

[Hey, te quiero]



1.08.2014

La conjetura de una despedida.

enero 08, 2014 Posted by Geraldine Bonilla No comments

¿Por qué se quejan de las despedidas y dicen no gustarles?

Ojalá yo supiera que es despedirse de alguien, dar un beso en el que deje mis ganas... Ver ir a alguien con lagrimas en mis ojos, tener la oportunidad de agradecer y/o sentir, de nuevo, cada sentimiento que alguna vez recorrió mi cuerpo. Nunca me he despedido de alguien, como si cada persona huyera de algo que pudiese decir... Se desliza entre mis dedos como el agua, solamente... Y se me quedan muchas palabras atragantadas, tantos deseos me caen pesados y me da indigestión... Los sentimientos se revuelven tanto que al final no puedo saber cual es cual y solo miro a la ventana para disponerme a crear una rutina cada día que no me deje pensar.

Yo quiero al menos una despedida, solo una ... Ya sé que nada es para siempre, pero despedirse probablemente puede ser la confirmación de que cada cosa fue real. No sé bien ¿por qué se van? ¿por qué no me llevan a conocer? Tengo miedo al saber que pasará, que pudo suceder o el porque no fue de tal manera. Entonces me escudo en recuerdos y en mi memoria se crea como un tipo de collage con cada momento y me hago a la idea de despedirme de ese alguien, (Ja! como si fuera suficiente tan solo un instante...) pero recordar duele, desgasta, desmorona el alma ¿entonces cual es la despedida ideal?

Por ejemplo, en este momento extraño a alguien que se fue mucho antes de que se lo pidiera, en mi vida solo quedaba su física presencia... él ya se había ido. Pero no logro ubicar el momento exacto, el reproche ideal, las palabras perfectas para decirle que le extraño, solo por el hecho de no poder verle a los ojos (y a esa bonita sonrisa) antes de que se fuera por un largo tiempo de mi vida.

Un día, un 6 de Diciembre le vi a los ojos para luego llegar a mi casa y escribir una carta que nunca entregué, porque nunca fue el día ideal... Supongo que ese es mi problema, siempre espero mucho y planeo lo implaneable ... De todas formas, el día nunca llegó.

Esta es la primera de tantas veces que desde ahora ya no me leerá y creo que resulta bien, así no abrumo su conciencia ni el presente que disfruta.

Que complicado es ordenar las ideas, extrañar sin dar lugar a una despedida... Solo dejar ir...

No se quejen de las despedidas...