Te vas cuando mi alma aun no es inmortal ...
Desgarras mi piel cuando el aire no tiene retorno ...
Y yo me quedo aquí, entre los lamentos del diablo;
recordando tu nombre como la maldición eterna.
¿Como fue que creíste tanto en mi?
¿Tanto confiabas en mi fortaleza que no es más efímera?
He pecado bajo tu nombre y la culpa no me carcome ...
Te quiero tanto como para aprender a exorcizarme de tu partida.
El recuerdo de tu espalda es el muro de mis lamentos,
y tú sigues allí, de pie en esa esquina, aun viendo sangrar mis sueños ...
¿Cómo es que aun puedo sentir tu presencia?
¿Es posible que tantos miedos repriman mi sonrisa?
¿Donde esta dios? ¿Por que no me eleva en su manto santo?
Prometiste nunca entorpecer mi camino, y aun así, sigo sin luz en mi vereda ...
Cuando implore mil auxilios, tu voz se apartaba acompañando la lluvia,
y yo me quede aquí, en el mismo sitio, matando el tiempo en el que estuve contigo.