2.20.2019

12.000 años luz.

febrero 20, 2019 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Te ví esta noche entre las luces de los puentes, entre trabajadores agotados y perros olvidados. Te ví esta noche y sin embargo no estabas, eras un espectro en el asfalto con forma de esas sonrisas que dicen mentiras... Eras una voz agonizante que estando a miles de kilómetros es difícil recordar.

Intenté reconstruirte en las calles recorridas a tu lado, pero dibujarte se hace más difícil cada día, sobretodo cuando no existe una fotografía de tu sonrisa junto a la mía y ya se me va olvidando el sonido de tu risa. Aquí el tirano principal es el tiempo, pues yo te escribo como en cinco textos lo que siento y en cuestión de segundos y en una línea me das a entender que la cursilería para ti es monotonía.

¡Que necia vanidad la que tengo! Que en vez de soltarte en tus sueños, náufrago en mi nostalgia y por ti me muero. Me magulla el alma la incertidumbre de cuanto espacio debo dejar cada noche en mi cama por si un día decides darle el 'adiós' a tus otros amores.

Es que tu amor es una especie de testamento literario de un poeta, es un juego de la ruleta rusa pero con el tambor lleno de balas. En este juego tú disparas un 'te amo' y yo ruego al cielo que esta vez no me llene de tristeza. Voy directo al abismo, sin frenesí, apostando con un vagabundo los vestigios de mi querer demacrado para ser tu testigo ocular y ayudarte a limpiar cada cicatriz.

Te ví esta noche y ojalá fueran muchas más. Te ví en el humo de un curioso cigarro que a veces me hace reír, porqué ya estás menos presente en mis llamadas que en mis alucinaciones. He empezado a sospechar que el resto del mundo sabe que estoy al borde de la locura, te veo en todas partes y no estás en ninguna.

Al parecer solo vives en mi mente hasta que regreses y yo escribo parrafos que acumulan tachones, escurren lágrimas y recitan versos desmesurados. Te veo en mi cuarto en la madrugada, el cual está menos desordenado que mi cerebro y aún así me sigue doliendo como nunca tu ausencia. Pero me aferró al anhelo de volver a despertar en tu hombro... Me limpio el llanto y bailo desnuda para ahuyentar al mal consejero que es el diablo quien me dicta que le entregue el desierto de mis piernas a otros lectores.

Perdonarás mi cíclica melancolía y este texto que parece más una queja y no una solemne declaración de amor. Prometo concentrarme en las historias que ya volveremos a escribir. Me resignaré a la filosofía de que un día más es un día menos, no sé si para verte o para enterrarte en verbos. Pero por ahora, mon amour, no pienses la distancia que nos separa ni en lo difícil que es amar con todo en contra... Tan solo hazme el amor en un par de acordes, hazme sentir que me cuidas de la muerte que resulta ser muy coqueta así antes de dormir yo no sea tu pensamiento recurrente.

Llévame en cada palpitar —al menos en uno de por medio— y recarga de energía este corazón que cuenta cada tic tac todos los días desde tu partida.