Ella, la que te seduce con solo asomar sus ojos en la
esquina de la calle donde siempre esperas encontrarla. Si, ella, la chica que cuando
baila olvida el murmurar a su alrededor y contonea sus morenas caderas para
dejar sin aliento a unos cuantos perros. Prende un cigarro, mira al cielo y se
va, sin ataduras en el alma.
La morena de sonrisa amplia, pechos pequeños y piernas
largas, ¡Si que nos hace suspirar! Ella te abrazará, después de un largo tiempo
sin verte, con la misma efusividad que podrían tener tres fiestas infantiles en
diciembre. Es la flaca de cabello negro que encuentras merodeando las calles de
la capital y con la cual anhelas tropezar para hacerla suspirar.
Esto es de ella, porqué se ve hermosísima bajo las tenues
luces de unas gradas durante un concierto mientras baila, canta y llora
canciones de alguien que no aprendió jamás a amarla. Porqué es ella la que en
medio de la mierda te cuenta un par de chistes y sonríe a la cámara para que no
sepan que ya se secaron sus lágrimas.
Ella, la chica de la que muchos hablan, pero pocos consiguen…
La que te inspira un par de poemas que no publicarás, la que quieres
fotografiar una y otra vez sin cesar, por la que bajarías una y mil estrellas
solo para que entienda que la vida vale la pena.
Es que, a vos, mi negra hermosa, yo te adoraré la vida
entera, porqué eres poder y fuerza, fuego que quema e infierno del cual no
reprocharía llegar una vez más. Porqué eres un suspiro inesperado que siempre
se escapa, porqué las noches bogotanas a tu lado se hacen más divertidas y
menos frías. Mil y mil gracias por llegar ¿Aceptas acompañarme un par de vidas
más?