2.10.2015

Dunas del recuerdo.

febrero 10, 2015 Posted by Geraldine Bonilla No comments

Dime ¿Que se siente que tus llamadas ya no aceleren su ritmo cardíaco? ¿O que no te espere en la linea a las 3 am, con noche intermedia?
¿Que se siente no ser ya el centro de sus suspiros?
Hey, insolente... ¿Que se siente hacerte hoy el indolente?
Estás muy seguro de tu aroma dulce, de haber sido su norte y su sur, el sueño más hermoso colgando de sus pupilas... Pero hoy, esta noche, ya no existes más que en su melancolía. Te fuiste entre sus dedos, como agua resbalando... Te anheló en todo tu entero infierno, pero se te olvidó hacerle sonreír cuando más te necesitó y hoy eres solo un nombre que apenas recuerda como una espada de doble filo clavada en su pecho.

¿Te quiso? ¿Te amó? Quizá como nunca a nadie hasta ese entonces en su vida, lo puedo jurar, pero la indiferencia duele y el amor a medias es demasiado visible en tus besos... ella ya no quiso amarte más como a ese bello y estruendoso secreto del alma; porqué su vida por ti hubiese dado sin que tiemblen sus manos, porqué se hubiese conformado con una mirada dulce cada cinco meses de tu parte, pero te fuiste para volver mucho después del tiempo acordado. Dejaste que en tu ausencia de cariño pasaran mil ventarrones sobre el amor que sentía por ti, tan intenso como una enorme fogata... Resulta que el tiempo fue más fuerte que tus abrazos y los pocos recuerdos en común, así que se disminuyó sin previo aviso ese interés de verte a su lado cada mañana de su vida.

No, no fue mentira ni ilusión... Cada latir por y para ti fueron sinceros, fueron con llagas en su alma de tanto reprimir dolor por tu traición repetitiva. Ella vivió por ti, supo hacerte el amor con cada rincón de su piel intentando hacerte entender en caricias que eras ese tormento que le fascinaba y la hacia sentir muy viva. Pero hoy, ¡caray!, está aun más segura de que no eres ya nada de lo fuiste ayer... Hoy solo te deja ir, sin odio, sin rencor, sin despedirse, sin alejarte, siendo tu amiga hasta que tu amabilidad se lo permita; sin embargo, ella te dejó en sus letras enterrado, como a la gente que muere sin esperarlo pero espera de vez en cuando visitarle y que su único indicio para encontrarle en medio de un cementerio nostálgico sea una lapida singular, llena de flores a su alrededor, homenajeando el amor que una vez hace mucho existió.